Cuando el cuerpo te delata
Muchas veces pensamos que el enemigo o el amigo son personas externas. Sin embargo nuestro cuerpo y mente establecen una relación de amistad o enemistad según el momento. Prueba de ello son aquellas expresiones corporales que contradicen o apoyan a nuestras ideas.
Para
demostrar que el cuerpo puede ser utilizado para influir en el mensaje he
tomado la muestra del presidente ruso, Vladimir Putin y Zelenski, presidente
ucraniano. Últimamente hemos visto en los medios y en las redes miles de
vídeos, ruedas de prensa y discursos de los dos. Expertos como Jordi Reche (especialista
en comunicación no verbal) han ido estudiando todos estos actos de oratoria en
los que el cuerpo no solo influye en el mensaje con su postura, sino que nos
transmiten también la personalidad del orador.
Putin
siempre sale con las manos sobre la mesa indicando autoridad y poder. A su vez
mantiene la mirada fija a la cámara aunque esta no se encuentra frente al
presentador. Siempre está ligeramente movida hacia un lado para verle de
costado y transmitir cercanía. Observando estas posturas en Putin se comprende
que es una persona con cero inseguridades y con gran poder de manipulación e
imposición de sus ideas.
Por otro
lado Zelenski muestra una mirada mucho más débil y distraída y gesticula
continuamente sin control. Esto se debe al miedo y la responsabilidad que tiene
sobre sí mismo. Además se ve que le queda grande la situación y el mismo lo
demuestra con una postura corporal sumergida en la humildad. Su personalidad
por ende parece un poco insegura aunque sin embargo valiente, pues la rigidez
de su torso al hablar lo verifica. Sus ojos y manos le delatan pero él hace un
acto de valentía endureciendo su torso y mostrando que no le van a mover de su
puesto ni de sus ideas.
Con
estos dos ejemplos se comprueba que el cuerpo y la mente van unidos y que la
comunicación verbal también implica, ya sea de manera voluntaria o no,
comunicación no verbal. Por tanto hay que mantener el cuerpo a raya cuando
hablemos si queremos que nuestro mensaje no se vea mal interpretado.
Antonio Martínez Rodríguez.
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